POPULE MEUS (T. L. de Victoria)
Tomás Luís de Victoria (Ávila 1548-Madrid 1611), fue un compositor y maestro de Capilla, el más célebre polifonista del Renacimiento español.
Era el séptimo hijo de los once que llegarían a tener Francisca Suárez de la Concha y Francisco Luis de Victoria, quien murió cuando el compositor tenía tan solo nueve años. En 1558, se convirtió en niño cantor de la catedral de Ávila. Allí inició sus estudios musicales de teoría del canto llano, contrapunto y composición, ejercitándose también en la práctica del teclado bajo la dirección de los maestros Jerónimo de Espinar, Bernardino de Ribera, Juan Navarro y Hernando de Isasi hasta los dieciocho años (1566).
Al año siguiente viajó a Roma e ingresó en el Collegium Germanicum, fundado por los jesuitas, donde pudo recibir lecciones de Giovanni Pierluigi da Palestrina, maestro de capilla e instructor de canto y música del cercano Seminario Romano, de quien tuvo influencias muy notables en sus primeras composiciones, para perfeccionar y aprender más sobre sus conocimientos musicales y prepararse para el sacerdocio.
En 1573 sucedió a Palestrina en el cargo de maestro de capilla de la Iglesia de San Apollinario. En el año 1575 recibió la ordenación sacerdotal, y tres años más tarde, en el año 1578, ingresó en la Congregación del Oratorio, fundada por Felipe Neri, el sacerdote italiano y futuro santo.
Regresó a Roma en 1592 para publicar su Missae, liber secundus. Dos años después asistió a los funerales de Palestrina, y en 1595 regresó definitivamente a España, donde falleció en 1611 en Madrid.
Se le considera uno de los compositores más relevantes de su tiempo y su influencia llega hasta el siglo XX, cuando fue tomado como modelo por los compositores del Cecilianismo.
Los músicos y teóricos cecilianistas reaccionaron contra los excesos de la música sacra romántica (a la que se juzgaba excesivamente operística, como sucedía con las obras de Franz Liszt o Anton Bruckner) y reivindicaron la interpretación en la liturgia del canto gregoriano y de las obras de los grandes polifonistas del Renacimiento como Giovanni Pierluigi da Palestrina, Orlando di Lasso o Tomás Luis de Victoria, modelos que proponían a los compositores contemporáneos de música sacra para inspirar sus nuevas obras, cuyo propósito era también buscar la participación de la asamblea de fieles en la liturgia por medio del canto (por esta razón, se fundaron en estos momentos numerosas «Scholae cantorum» en las parroquias). También la interpretación al órgano se vio afectada por este movimiento: se condenó igualmente los excesos teatrales propios del XIX y se defendió una mayor sobriedad. La reforma de la música litúrgica propugnada por los músicos cecilianistas fue fomentada por el propio papa Pío X, quien en 1903 dio a conocer su motu proprio Tra le sollecitudini en el que recoge los presupuestos de Perosi, a quien conoció cuando el futuro papa era patriarca en Venecia y Perosi director de la Capilla Marciana.